Segunda Oportunidad y Miedo
Hay tantas veces que escribir me ayuda a ordenar todo lo que hay en mi cabeza, soltarlo y desenredarlo para poder poner las cosas en cierto orden entre tanto caos
Escribo cuando tengo puntos de inflexión y lo considero necesario
En estos momentos de confinamiento, he tenido mucho en lo que pensar
He perdido buenas personas por la enfermedad y muchas otras sufren a causa de ella de manera indirecta. Esta es la situación actual. Todos intentamos ayudar como podemos.
En este ultimo año he podido ver como iba cambiando poco a poco, dejando cosas atrás. Mirando dentro, patrones que me hacían daño y dañaban a los demás.
Si no cambias, todo se repite. Te repites eso constantemente y estás pendiente si tus viejos hábitos te quieren hacer una visita para ver si caes otra vez.
Hay heridas tan profundas que toman un tiempo en curar y la cicatriz debe de ser lo menos dolorosa posible.
Y sigues con tu vida, intentando cada día ser la mejor versión de ti mismo, demostrándote una y otra vez lo que sigues avanzando y cambiando. Intentas no estancarte. Estás feliz, no tienes huecos, ni orgullo, ni ego. Y pides perdón. Y sigues cerrando cosas inconclusas con personas que ya no están en tu vida. Lo intentas mil veces.
Y de repente, vuelve alguien que no te esperabas, y se queda un ratito más.
¿Y te quedas en shock, que significa esto?
Al principio piensas que es broma, que en breves se acaba. Pero no.
Y entra la segunda oportunidad, cuando todo parecía ya perdido y cerrado, se abre otra puerta.
No es la misma puerta del pasado, es otra puerta distinta. Y nos volvemos a conocer. Y nos contamos nuestra vida, nuestras historias, cómo hemos cambiado. Y seguimos adelante.
Pero no todo es tan bonito, lo que para tí parecía bonito, para la otra persona parecía un suplicio.
Había dolor, comentarios hirientes respecto al pasado y a mis errores. Bromas de mal gusto.
Y yo, aguantando, pensando que me lo merecía, ya que en el pasado había errado.
Pero en vez de contestar, enfadarte y quejarte, sigues adelante, pensando que todo se calmara.
Que en algún momento podrá ver que esa persona del pasado no existe y hay una nueva persona deseando mostrarse.
Día a día demuestras que eres distinta, que hay risas, respeto, amor, paciencia, cariño.
Ayudas en lo que puedes, apoyas en todo y parece que solo hay rechazo porque no confían en ti ni creen en ti, que hayas cambiado. Y te sientes invisible al resto del mundo, como si tú no existieras, y eso duele mucho por dentro. Pero sigue a tu lado, es tan contradictorio que no entiendes nada. Empatizas e intentas comprender que todo lleva su tiempo, paciencia.
Y a pesar de todo, disfrutas estando a su lado, de cada momento increíble. De ir al cine y ver dos películas seguidas. De irte de viaje a ver castillos olvidados e iglesias derrumbadas. De perdernos por las calles de Madrid. De hacer fotos. Viajando con la familia y sentirte en casa, en el hogar.
Disfrutar como locos de los conciertos. Jugar a juegos online y disfrutar demasiado. Me hacía todo tanta ilusión.
Todo lo que pudiera hacer y estaba en mi mano lo hacía, pero me seguía sintiendo mal porque no me quedaba nada para mí. Lo que yo sintiera no era importante. Si me encontraba molesta, no me escuchaba, el único sufriendo era la otra persona. Yo seguía siendo y sintiéndome invisible.
Todo parecía ir mejor, algo mejor, y llego el confinamiento. El primer mes fue duro, hubo mucha tensión por los elementos externos, pero seguí apoyando como pude desde casa.
Nos extrañabamos, planeábamos irnos de viaje cuando todo acabase.
Y luego vino el hachazo. Semanas de silencio.
Y yo, respeté el silencio.
No se como, pero lo hice. No entendía nada, me dolía todo, la ansiedad por las nubes. Tenía la frecuencia cardíaca descontrolada. Pesadillas por la noche que no me dejaban dormir. Miedo. Miedo a perder todo otra vez. Me estaba volviendo loca. Necesitaba respuestas. Necesitaba saber si había alguna solución, si era mi culpa, si no lo era, si podía ayudar. No sabía nada. Intenté hacerlo todo bien.
Y luego llegaron las respuestas poco concretas, que no me preocupase, que no tenía la culpa. Que todo estaba bien. Pero que se estaba ahogando. Ojalá pudiera hacer algo más. Pero no podía.
Solo deseo seguir luchando en lo que creo correcto, en que todo se sane y cuando nos volvamos a encontrar estés fuerte y sano. Y tengas esa paz que tanto necesitas, compañero. Te echaré mucho de menos. Yo seguiré aquí luchando.
Escribo cuando tengo puntos de inflexión y lo considero necesario
En estos momentos de confinamiento, he tenido mucho en lo que pensar
He perdido buenas personas por la enfermedad y muchas otras sufren a causa de ella de manera indirecta. Esta es la situación actual. Todos intentamos ayudar como podemos.
En este ultimo año he podido ver como iba cambiando poco a poco, dejando cosas atrás. Mirando dentro, patrones que me hacían daño y dañaban a los demás.
Si no cambias, todo se repite. Te repites eso constantemente y estás pendiente si tus viejos hábitos te quieren hacer una visita para ver si caes otra vez.
Hay heridas tan profundas que toman un tiempo en curar y la cicatriz debe de ser lo menos dolorosa posible.
Y sigues con tu vida, intentando cada día ser la mejor versión de ti mismo, demostrándote una y otra vez lo que sigues avanzando y cambiando. Intentas no estancarte. Estás feliz, no tienes huecos, ni orgullo, ni ego. Y pides perdón. Y sigues cerrando cosas inconclusas con personas que ya no están en tu vida. Lo intentas mil veces.
Y de repente, vuelve alguien que no te esperabas, y se queda un ratito más.
¿Y te quedas en shock, que significa esto?
Al principio piensas que es broma, que en breves se acaba. Pero no.
Y entra la segunda oportunidad, cuando todo parecía ya perdido y cerrado, se abre otra puerta.
No es la misma puerta del pasado, es otra puerta distinta. Y nos volvemos a conocer. Y nos contamos nuestra vida, nuestras historias, cómo hemos cambiado. Y seguimos adelante.
Pero no todo es tan bonito, lo que para tí parecía bonito, para la otra persona parecía un suplicio.
Había dolor, comentarios hirientes respecto al pasado y a mis errores. Bromas de mal gusto.
Y yo, aguantando, pensando que me lo merecía, ya que en el pasado había errado.
Pero en vez de contestar, enfadarte y quejarte, sigues adelante, pensando que todo se calmara.
Que en algún momento podrá ver que esa persona del pasado no existe y hay una nueva persona deseando mostrarse.
Día a día demuestras que eres distinta, que hay risas, respeto, amor, paciencia, cariño.
Ayudas en lo que puedes, apoyas en todo y parece que solo hay rechazo porque no confían en ti ni creen en ti, que hayas cambiado. Y te sientes invisible al resto del mundo, como si tú no existieras, y eso duele mucho por dentro. Pero sigue a tu lado, es tan contradictorio que no entiendes nada. Empatizas e intentas comprender que todo lleva su tiempo, paciencia.
Y a pesar de todo, disfrutas estando a su lado, de cada momento increíble. De ir al cine y ver dos películas seguidas. De irte de viaje a ver castillos olvidados e iglesias derrumbadas. De perdernos por las calles de Madrid. De hacer fotos. Viajando con la familia y sentirte en casa, en el hogar.
Disfrutar como locos de los conciertos. Jugar a juegos online y disfrutar demasiado. Me hacía todo tanta ilusión.
Todo lo que pudiera hacer y estaba en mi mano lo hacía, pero me seguía sintiendo mal porque no me quedaba nada para mí. Lo que yo sintiera no era importante. Si me encontraba molesta, no me escuchaba, el único sufriendo era la otra persona. Yo seguía siendo y sintiéndome invisible.
Todo parecía ir mejor, algo mejor, y llego el confinamiento. El primer mes fue duro, hubo mucha tensión por los elementos externos, pero seguí apoyando como pude desde casa.
Nos extrañabamos, planeábamos irnos de viaje cuando todo acabase.
Y luego vino el hachazo. Semanas de silencio.
Y yo, respeté el silencio.
No se como, pero lo hice. No entendía nada, me dolía todo, la ansiedad por las nubes. Tenía la frecuencia cardíaca descontrolada. Pesadillas por la noche que no me dejaban dormir. Miedo. Miedo a perder todo otra vez. Me estaba volviendo loca. Necesitaba respuestas. Necesitaba saber si había alguna solución, si era mi culpa, si no lo era, si podía ayudar. No sabía nada. Intenté hacerlo todo bien.
Y luego llegaron las respuestas poco concretas, que no me preocupase, que no tenía la culpa. Que todo estaba bien. Pero que se estaba ahogando. Ojalá pudiera hacer algo más. Pero no podía.
Solo deseo seguir luchando en lo que creo correcto, en que todo se sane y cuando nos volvamos a encontrar estés fuerte y sano. Y tengas esa paz que tanto necesitas, compañero. Te echaré mucho de menos. Yo seguiré aquí luchando.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma.
"El mayor acto de amor fue darte una segunda oportunidad"
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